viernes, 10 de octubre de 2014


EL RÍO NILO Y SUS FUENTES


- Información del río.

El río Nilo transcurre por dos ramales antes de unirse en Jartum camino del Mediterráneo: el Nilo Azul que nace en las aguas etíopes del lago Tana y el Nilo Blanco, que surge del desbordamiento del lago Victoria, en su vertiente ugandesa y en cuyas aguas iniciamos nuestra navegación.
Es un río con mucho, mucho volumen y rápidos de gran fuerza. Una de las cosas que no conocíamos bien era su bifurcación en diversos canales. Un mismo rápido puede tener hasta seis diferentes canales, que muchas veces, en la salida tienden a confluir, formando unos trenes de olas inmensos.



      


- Tras las fuentes del Nilo

Cuando en 1864 John Hanning Speke murió en un accidente de caza a los 34 años, era la única persona del mundo que estaba convencida de que había descubierto que las fuentes del Nilo se originaban en el lago Ukerewe (Victoria). El resto del mundo, del mundo volcado con pasión a la geografía, no le creyó hasta algunos años después, cuando la gloria por la que había emprendido una de las más fascinantes aventuras del siglo ya no podía serle concedida más que a título póstumo. Sería 10 años más tarde cuando H.M. Stanley realizó una gran expedición que duró tres años en la cual hizo la circunvalación entera de los lagos Ukerewe (Victoria) y Ujiji (Tanganika), para dirigirse después hacia el oeste hasta encontrar el río Lualaba (Congo) y seguirlo hasta el mar. 

Para comprender la grandeza de la expedición de Speke y del diario de su viaje, hay que recordar que desde los orígenes de su historia la humanidad ha intentado conocer las fuentes del Nilo sin conseguirlo. Para los antiguos egipcios, cuya civilización se movió en torno al río Nilo, el principio del río que les dio la vida permaneció siempre en las brumas de la mitología. El historiador griego Herodoto viajó en el 457 a. de C. aguas arriba del Nilo pero se detuvo en la primera catarata. En el siglo II a. de C. Erastótenes esbozó una ruta casi perfecta del Nilo hasta Jartum, y fue el primero que sugirió la existencia de lagos como principio de sus aguas. 

También los romanos llevaron a cabo diversas exploraciones y durante siglos astrónomos y geógrafos intentaron encontrar el origen del río. En el siglo XVII se despertó de nuevo la curiosidad geográfica dormida durante la Edad Media y proliferaron exploradores y teóricos. En el siglo XIX la búsqueda de las fuentes del Nilo se convirtió en un tema nacional en Inglaterra, y la pasión que en ese descubrimiento pusieron geógrafos y exploradores explica las disputas y controversias en las que se enfrascaron, muchas de las cuales acabaron con años de complicidad y amistad. 

Tal es el caso, por ejemplo, del capitán R.F. Burton y del propio Speke, que en 1857 habían emprendido juntos una expedición patrocinada por la Royal Geographical Society, que acabó separándolos y enemistándolos de por vida por defender teorías distintas sobre el origen de las fuentes del Nilo. Mientras Burton creía que se originaba en el lago Tanganika, Speke defendía que las fuentes procedían del lago Victoria, cuya orilla meridional descubrió cuando se separó de la expedición y se encaminó hacia el norte. Se inició entonces entre ellos y sus partidarios una agria controversia, pero la Royal Geographical Society contra todo pronóstico decidió enviar a Speke a una nueva expedición para demostrar sus conclusiones. La expedición se inició en agosto de 1859 en Zanzíbar y convenció plenamente a Speke de sus teorías. 

Mientras tanto y aún después de la expedición, los grandes sabios que se movían en torno a la Royal Geographical Society continuaron sus disputas. Numerosos son los teóricos de la geografía e incluso los exploradores que se opusieron a la teoría de Speke, según la cual el lago Victoria era un inmenso mar interior donde se originaba el mítico Nilo cuyas fuentes habían buscado en vano los sabios de la antigüedad. El propio Burton, Livingstone, Samuel Baker, J. McQueen, J. Petherick, A.G. Findlay, Murchison, hombres todos ellos famosos y populares. Pero como he dicho no fue hasta 10 años después, con el informe final de Stanley, cuando se daba por completo la razón a Speke y se le comenzó a reconocer como el verdadero descubridor de las fuentes del Nilo. Decía así: «Speke tiene ahora la gloria total de haber descubierto el gran mar del interior del continente africano, así como la procedencia y salida de sus aguas. Hay que reconocerle también haber comprendido mucho mejor que cualquiera de los que insistentemente atacaron sus hipótesis la geografía de los países por los que viajó, y desde aquí expreso mi admiración por el genio geográfico que a partir de meros informes de los nativos supo bosquejar con mano maestra las grandes líneas del lago Victoria». 

Ahora que el mundo entero está descubierto y al alcance de cualquiera, y que no queda un palmo de terreno sin explorar, sin explotar, sin machacar, se hace difícil comprender cómo esos hombres se lanzaban a la aventura persiguiendo un objetivo desconocido, atravesando selvas y desiertos caminando a lomos de animales, sin saber muchas veces dónde encontrarían acomodo y comida, sin tener noticia de los peligros que podían asaltarles en cada momento, sin más ayuda que su imaginación, su intuición y su brújula. Igual que es difícil entender desde nuestra perspectiva de humanos sabios y enterados de todo a todas horas la fascinación y el entusiasmo que despertaba en la gente medianamente culta el descubrimiento y conocimiento de una nueva zona del planeta jamás hollada por el hombre. Porque eso creían. A partir de los límites del mundo conocido, entraban en una zona de misterio que sólo los grandes genios podían prever y en consecuencia disponer de un camino más o menos entrevisto, como si estuvieran guiados por la luz de una inspiración. 

Los grandes genios no sólo sirven para desarrollar un talento sino que se diría que han nacido para desarrollarlos todos a la vez. Así el diario de Speke no sólo es una relación del viaje que emprendió para demostrar su teoría, sino que en él se reúne una gran cantidad de información de lo que eran en aquellos momentos los territorios desconocidos del interior de Africa: su teoría sobre lo que pudo haber sido la historia de esos pueblos con los que se encontró que nunca había sido escrita, el modo de comportarse con sus costumbres y sus morales, una teoría del por qué de las guerras, de las consecuencias de la poligamia, del origen de la esclavitud, del abandono en que los dioses mediterráneos sometieron al continente africano, además de la descripción de la fauna y la flora, del carácter de los nativos, del trato que estableció con ellos, de sus canjes, de sus miedos, de sus proezas y de sus servidumbres. La explicación pormenorizada de la situación en que se encontraba todos los días, las temperaturas, las lluvias y las sequías ocupan el mismo lugar en importancia y precisión que el carácter de los reyezuelos y los guerreros, las brujas y los curanderos, pero también la forma en que se relacionan y cómo va a ser difícil que esos pueblos entren en el camino de Occidente. 


Este diario fue la culminación de la historia de Speke, un oficial de la Armada india dotado como pocos de una acerada curiosidad que lo llevó a estudiar la historia natural del Himalaya, a buscar la fauna de las montañas del Cáucaso, a explorar el corazón de Africa con el capitán Burton y finalmente al descubrimiento de las fuentes del Nilo. Murió tan joven como Mozart, Schubert o Jesucristo, e igual que ellos sin conocer las consecuencias de su extraordinaria genialidad. 




- Las montañas de la luna






Título original
Mountains of the Moon
Año
1990
Duración
130 min.
País
 Estados Unidos
Director
Bob Rafelson
Guión
William Harrison, Bob Rafelson (Novela: William Harrison)
Música
Michael Small
Fotografía
Roger Deakins
Reparto
Patrick BerginIain GlenFiona ShawRichard E. GrantPeter VaughanDelroy LindoJohn SavidentAdrian RawlinsLeslie PhillipsAnna MasseyBernard Hill,Roshan SethJames VilliersRoger Ashton-GriffithsOmar Sharif
Productora
TriStar
Género
Aventuras | Siglo XIXÁfricaAmistadBasado en hechos reales
Sinopsis
En 1850, el Capitán Richard Francis Burton y el teniente John Hanning Speke emprenden juntos la aventura que los llevará hasta las fuentes del Nilo. Se trata de una expedición realizada en nombre del Imperio Británico y de la Reina Victoria. (FILMAFFINITY)


http://youtu.be/Vt7Bgp-ORds


Por Sara Brugada



1 comentario: